miércoles, 7 de mayo de 2014

¿Qué es el chavismo?


Es un asunto quizá demasiado debatido. Desde las estancias académicas y las tribunas políticas se han lanzado calificativos y argumentos de toda índole. Sin embargo, veintidós años después de su irrupción pública, parecieran no estar claros los rasgos esenciales de este fenómeno político que, para bien o para mal, ha marcado la historia reciente del país.

En términos muy simplificados, se puede decir que las variables involucradas en la definición del chavismo son tres: su naturaleza ideológica; su concepción del régimen político; y su postura acerca de la intervención del Estado en la economía. Cada una de estas variables remite, en última instancia, a un modelo de sociedad, de Estado y de economía, elementos centrales de cualquier definición política. Por lo demás, se trata de dimensiones únicamente diferenciables desde el punto de vista analítico, habida cuenta de que toda postura sobre un orden social ideal contiene planteamientos sobre sus modelos de organización política y económica. Teniendo esto claro, revisemos brevemente el debate sobre cada dimensión: 

Naturaleza Ideológica: en este campo es quizá donde existan mayores divergencias, las cuales emergen incluso desde el momento en que se plantea la pregunta previa sobre si puede encuadrarse al chavismo en las categorías ideológicas tradicionales, propias de la Modernidad, o si se trata de un movimiento político ecléctico, postmoderno, personalista o simplemente pragmático, que no puede abordarse bajo el prisma conceptual de la política del siglo XX. 

Entre quienes consideran la primera opción, el chavismo ha sido caracterizado como un movimiento comunista, socialdemócrata, populista (con rasgos militaristas) e incluso fascista. Cada uno de estos señalamientos ha sido respaldado por determinadas actitudes políticas y estilos de gestión, lo que en cualquier caso comprueba lo maleable que ha sido el chavismo en su trayectoria política. 

En ese sentido, quienes lo tachan de “comunista” –castro-comunista, para ser más precisos- alegan su propia retórica anti-empresarial y anti-capitalista, su dependencia simbólica hacia Cuba y su propuesta de socializar la economía y el Estado a través de instancias comunales de producción y gobierno. En cambio, quienes ven en el “socialismo bolivariano” una versión tropical de la socialdemocracia, citan el régimen de economía mixta contenido en la Constitución y desarrollado, hasta ahora, en los planes gubernamentales; las políticas de protección social y de redistribución del ingreso; y la ampliación de funciones empresariales del Estado en áreas consideradas estratégicas.

Los alegatos sobre “populismo” se fundamentan en un discurso político dominado por la contradicción “pueblo-oligarquía”; una estrategia de reivindicación de “lo popular” como sujeto político hegemónico, organizado y movilizado desde el poder y conectado emocionalmente al líder; y el desarrollo de un estilo de gobierno clientelar, dominado por el asistencialismo y la corrupción. A esta descripción se le adereza además la partidización de las fuerzas armadas y su vinculación orgánica con el poder, trasladando cierta lógica militar y retórica belicista al funcionamiento del aparato estatal.

Finalmente, los señalamientos sobre la naturaleza fascista del chavismo recalcan la relevancia que tiene en su organización la conexión directa líder-masas; la identificación de la lealtad y el sometimiento como valores políticos superiores; la exclusión y discriminación sistemática de la disidencia; y la estrategia de corporativización de las organizaciones sociales, anulando su autonomía y vinculándolas orgánicamente al Estado-partido-líder.

En cuanto a los que consideran al chavismo un movimiento sui generis, hijo de la crisis de las ideologías, también existen diferencias. Por un lado, toda una corriente presenta al chavismo como una expresión de los movimientos socialistas y contra-hegemónicos de nuevo cuño, basados en la radicalización de la democracia en los distintos espacios decisorios. En este sentido se cita la creación de instancias y mecanismos de democracia directa y autogobierno comunitario; la instauración de formas colectivas de propiedad, producción y consumo; y la masiva y constante movilización y discusión política que ha rodeado los distintos episodios de la trayectoria chavista. Por el contrario, algunos análisis apuntan al chavismo como un fenómeno muy folclórico, en el cual el personalismo y la vocación pragmática de mantenimiento en el poder anularían cualquier intento de clasificación ideológica.  

Régimen Político: en general, los analistas y observadores coinciden en un aspecto: el chavismo mantiene una relación tensa y conflictiva con las instituciones de la democracia liberal y representativa. En lo que difieren es en lo relativo a las razones y naturaleza de esta tensión. 

En conexión con los calificativos de “comunista” y “fascista”, el chavismo ha sido señalado de impulsar un régimen de carácter totalitario. Se cita en favor de esta tesis su estrategia de captura y colonización total del Estado, complementada con su creciente cooptación de las organizaciones sociales y el achicamiento de los espacios “privados” o “civiles”, ajenos a la lógica política. En ese sentido, se acusa al chavismo de atentar contra la privacidad y el pensamiento crítico y de pretender enlistar a toda la sociedad en un rol militante.

En una perspectiva más reflexiva, se concibe al chavismo como un movimiento esencialmente autoritario. Al respecto, se señala la exclusión de los opositores de la toma de decisiones, la partidización de los Poderes Públicos, la vulneración de la equidad electoral, y las restricciones al ejercicio de derechos políticos como la expresión, como evidencias de un proyecto autoritario clásico.

Algo menos tajantes son los señalamientos sobre el carácter “autoritario competitivo”, “autoritario electoral”, “semidemocrático” o “híbrido” del régimen político chavista. Bajo esta óptica, se reconoce que el chavismo sigue sometiéndose a procesos electorales más o menos confiables, en los que la oposición política sigue contando con posibilidades de victoria. En contrario se señalan las restricciones a ciertos derechos políticos y la utilización de las leyes y los Poderes Públicos para afectar el ejercicio de la disidencia. Bajo estas premisas, el chavismo parecería orientado, más que a ilegalizar a su oposición, a suprimirle su capacidad de hacerse con el poder.  

Finalmente, desde la perspectiva contraria, se considera al chavismo como una superación de la democracia representativa por el lado de la profundización del ejercicio de la participación y la efectiva expresión de la soberanía popular. En ese sentido, si el chavismo se enfrenta a la lógica del Estado liberal, lo hace para profundizar los derechos colectivos, reducir las desigualdades que afectan el ejercicio democrático y mejorar en última instancia los beneficios sociales. 

Modelo Económico: en general, hay coincidencia sobre que el chavismo implica una exacerbación de la intervención estatal en la economía. El asunto nuevamente estriba en la naturaleza y fines de esta intervención: la misma respondería a un modelo colectivista o bien a uno capitalista de Estado. 

Las políticas de “socialización” de la economía emergieron con fuerza cuando el chavismo optó por impulsar las empresas de propiedad social y la llamada “economía comunal”, basada en la propiedad compartida de los medios de producción y la redistribución social del excedente. Anteriormente, una perspectiva de “democratización del capital” se había desarrollado con la promoción de las cooperativas, pero fue rápidamente superada. Por su parte, quienes advierten que el chavismo está ganado a la idea de un “capitalismo de Estado”, señalan como evidencias la oleada de expropiaciones y nacionalizaciones, así como una creciente regulación centralizada de distintos procesos económicos. En este contexto, se aseguraría la sobrevivencia de la empresa privada, pero articulada al Estado bajo esquemas corporativistas propios del desarrollismo clásico. 

Este apretado resumen solo busca fijar las coordenadas del extenso y complejo debate que se ha desarrollado en torno al chavismo. En la próxima entrada desarrollaré algunas ideas propias sobre cuál es la esencia de este ecléctico fenómeno.