martes, 5 de enero de 2016

La nueva Asamblea Nacional: hay vida después del chavismo


La oposición venezolana acaba de tomar control sobre la Asamblea Nacional. Es su primera mayoría parlamentaria en casi diecisiete años de gobiernos chavistas. Lo que sería un acontecimiento relativamente normal en otros países, es, para Venezuela, un evento histórico, cargado de gran simbolismo.

La primera constatación que habría que hacer es sobre lo que no ocurrió: ni el 6D ni el 5E se registraron actos de violencia. No es un asunto menor si recordamos toda la tensión que rodeaba la sola posibilidad de derrota electoral del chavismo. Aunque han pasados desapercibidos, entre estos dos eventos –la elección y la toma de posesión- han sido desmontados los grandes mitos de la historia política reciente. Si algo ha quedado claro hoy es que hay vida después del chavismo, muy a pesar suyo. Hoy hemos visto a sus principales figuras, incluido al mismo Diosdado Cabello, ejerciendo el rol de oposición institucional. Esta participación en minoría es, a mi juicio, el hecho más significativo de la jornada.

El chavismo ha trabajado intensamente para instalar la desesperanza en sus opositores y hacerse imprescindible para sus seguidores. Una mezcla de polarización, hostigamiento, arbitrariedad, ventajismo, infiltración y cooptación; esa ha sido la estrategia con la cual el oficialismo ha forjado una hegemonía electoral hasta ahora infranqueable. Se trataba de un sistema sumamente costoso, que exigía no solo la destrucción de cualquier forma de control institucional sino, sobre todo, un flujo de ingresos rentístico alto y siempre creciente. Hacer depender la mayor cantidad de bienes y beneficios –desde la estabilidad y la paz hasta la educación y las pensiones- de la continuidad del poder chavista funcionó por mucho tiempo, pero nunca fue realmente sostenible.

Con la normal instalación del nuevo parlamento, el chavismo ha recibido un golpe simbólico casi mortal. Con este gesto, el país se ha enterado de que pueden perder. Peor aún, pueden verse obligados a aceptarlo y, en consecuencia, a cederle el poder a la oposición. Y, tras eso, el país sigue existiendo, sin violencia, sin caos, sin destrucción generalizada. Este precedente, aunque parezca menor, inaugura un nuevo escenario político, dominado por un progresivo desmontaje del tinglado con el que el partido oficial absorbió al Estado.

¿Qué sucederá de aquí en adelante? Es difícil saberlo. El chavismo tiene aún muchos recursos por movilizar, especialmente útiles si la oposición opta, como parece haberlo hecho, por una confrontación directa con Maduro. Al Gobierno le interesaría que la dirigencia opositora sustancie, con sus actos, la acusación sobre revanchismo y restauración. Además, la mayoría opositora en la Asamblea Nacional padecerá por la presión de mejoras económicas rápidas, mejoras que no tienen capacidad de generar.

Independientemente de lo que pase a partir de mañana, lo ocurrido hoy parece confirmar varios supuestos improbables. El chavismo es pragmático, no está dispuesto a quemar las naves y su apuesta por la confrontación, llegado el momento, se transformará en disposición a la negociación. En realidad, ya hasta los propios dirigentes chavistas están pensando en –cómo pactar- su vida después del poder.

4 comentarios:

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  2. Totalmente de acuerdo con tu análisis, lo único que diría es que la estrategia de confrontación de la oposición me parece alineada con la situación del país y la suya propia, porque si en el poder ejecutivo descansa la potestad de definir las políticas económicas, y este se ha mostrado reacio en estos casi tres años de gestión a implementar el ajuste que corresponde pues toca a la oposición trabajar por un cambio rápido del tren ejecutivo tratando de escapar de los efectos de la crisis sobre su proyección de cambio desde la Asamblea, que puede diluirse muy pronto con la profundización de la inflación, la escasez y la contracción económica. Claro que podría esperar y centrar sus esfuerzo en llegar a algún tipo de negociación y/o acuerdo con el chavismo en torno al ajuste de la economía pero creo que así no funcionan las cosas en la política venezolana para nuestro perjuicio, ni unos ni otros están dispuestos a repartirse los costos políticos del necesario ajuste. Para la oposición todo descansaría en profundizar la narrativa de la imperiosa necesidad de cambiar el modelo socialista fracasado a través de la sustitución perentoria del actual tren gobernante, aunque realmente nunca ha dejado en claro cual es el modelo alternativo que propone.

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  3. Es coherente lo que señalas, Mario, pero en esto las narrativas que se construirán serán claves. Si la oposición ofrece diálogo y acuerdos, pero el chavismo lo rechaza rotunda y reiteradamente, negado como está hasta ahora a aplicar los ajustes, entonces la oposición podría dejar en evidencia claramente que es necesario salir del gobierno para resolver los problemas. Pero ahí la salida de Maduro sería un medio para el fin de resolver la crisis. En esto también sería importante aprobar leyes que tengan como fin nominal los problemas económicos y sociales, y que sea el chavismo el que las bloquee. En cambio, si la oposición, de entrada, va a inscribir su esfuerzo en la salida de Maduro, le está brindando al chavismo la oportunidad de victimizarse, alimentar el relato del revanchismo y desviar la diatriba de la crisis al "vienen por mí para quitarte tus beneficios". La oposición debe dejar claro -nuevamente- que el gobierno no solo es culpable de la crisis -dejar ver casos de corrupción sería vital- sino que impide salir de ella. Un revocatorio en ese marco discursivo sería lo ideal, pero requiere primero consolidar ese estado de opinión.

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  4. Bueno sí, creo que debería ser como concluyes, quizás algunos opositores se están adelantando con lo del plazo de seis meses. No habría que decirlo de entrada, sino iniciar y avanzar un trabajo político-legislativo sistemático con ese horizonte.

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