jueves, 9 de julio de 2015

La crisis griega: nuevas evidencias de un mundo caótico

El primer rasgo del que debe tomarse nota cuando intentamos entender la situación griega tiende, paradójicamente, a pasar desapercibido: es una situación compleja. Esta complejidad puede percibirse en un doble sentido. En primer lugar, el problema en el que está inmersa Grecia está cruzado por múltiples variables y factores, incluyendo elementos extraeconómicos como la historia, la geopolítica y la cultura. En segundo lugar, sobre el problema griego tienen interés y ejercen influencia un amplísimo conjunto de organizaciones e individuos que interactúan de distintos modos, a diferentes niveles –local, nacional, regional y global- y a diversos ritmos.

A mi juicio, la crisis griega -¿es realmente griega?- constituye un ejemplo ilustrativo de la caotización que puede percibirse en la evolución de los más diversos fenómenos sociales. Precisemos esta idea en cinco claves: 

1. El poder está diluido y se encuentra disperso entre una multitud de actores: ¿cómo se explica que la poderosa canciller alemana, portadora de una elevadísima popularidad y del apoyo pleno de una coalición mayoritaria, no pueda imponer su criterio en las negociaciones con un país periférico, con una economía al borde de la quiebra y un primer ministro sin experiencia política y un respaldo ciudadano más que condicionado? Se trata del fenómeno al que Moisés Naím alude en su más reciente libro “El fin del poder”. En el caos, el poder es más difícil de ejercer debido a que existen una multitud de actores que, aunque aparentemente son insignificantes, tienen capacidad real para limitar el ejercicio del poder, condicionarlo o hacer demasiado costosos sus efectos. Por ello, es habitual notar que, a pesar de toda la parafernalia simbólica del poder, los líderes mundiales y grandes centros decisorios lucen incapaces, superados por los problemas e inhabilitados para tomar decisiones contundentes. 

2. La interdependencia es casi absoluta: el poder se encuentra disperso en buena medida porque los actores, a pesar de sus diferencias de tamaño y divergencias de intereses, están vinculados por complejas redes interdependientes. La globalización y el desarrollo tecnológico han profundizado sorprendentemente los vínculos y las relaciones entre actores, independientemente de su ubicación. Si algún ámbito se ha visto dominado por la interdependencia es la economía y, especialmente, la economía financiera. Esto implica que la posible quiebra de Grecia y su salida de la unión monetaria tendría consecuencias sobre una infinidad de actores alrededor de todo el mundo. Se trata de un radio de impacto amplificado que incrementa la cantidad de intereses y sensibilidades que son incididos por la crisis y, por lo tanto, intentan incidir en ella. Junto a esta escala amplificada, existe un radio de impacto intensificado, que incluye a los países de la zona euro, entre los cuales el nivel de interdependencia es mucho mayor. Ciudadanos que pueden sentirse tan ajenos a la situación griega como los de Finlandia, sufrirían de manera tangible en su vida cotidiana las consecuencias de decisiones sobre las que tienen mínima capacidad de influir. 

3. Los resultados de las decisiones son impredecibles e inciertos: ¿qué pasará en el corto plazo con la economía griega si el país sale del euro?; ¿y con el resto de las economías de la zona euro?; ¿EEUU, los BRICS, América Latina, se verán afectados?; ¿estamos a la puerta de una nueva recesión mundial o el asunto no pasará de un episodio localizado?; ¿y en el largo plazo, le convendrá a Grecia salir del euro?; ¿la Unión Europea se fortalecerá o se debilitará con su salida?; ¿esto implicará un realineamiento geopolítico en Europa, desanimando a los países del Este en su aspiración de pertenecer a la UE? Una de las implicaciones más evidentes de la interdependencia es la incertidumbre. A pesar de todos los avances del conocimiento científico, es difícil –por no decir imposible- predecir con algún grado de certeza las consecuencias que tendrá la ocurrencia de determinados fenómenos: el alto grado de interdependencia pudiera servir para contener y apagar el fuego en su lugar de origen, pero también pudiera catalizar su expansión rápida e incontrolada. Ilustrativas resultan las grandes diferencias de criterio que demuestran los economistas más prestigiosos en sus interpretaciones de la crisis y sus posibles impactos. 

4. Los valores e ideas se han tornado borrosas: la confusión y la perplejidad son reacciones habituales ante el alto grado de complejidad de los fenómenos. No es fácil para los propios actores percibir con claridad sus estructuras de intereses, ya que los nuevos eventos disruptivos no son fácilmente interpretables con los modelos mentales tradicionales. Un ejemplo palpable en la crisis griega es el rol de las ideologías, históricamente centrales en la política europea. En la más reciente comparecencia del primer ministro griego Alexis Tsipras al Parlamento Europeo, resultó llamativo el apoyo que recibió no solo de la izquierda y los ecologistas sino también de la extrema derecha euroescéptica, que percibe que el izquierdista Tsipras puede golpear la credibilidad de la Unión Europea y, por lo tanto, favorecer su bandera anticomunitaria. 

5. No hay soluciones ganar-ganar; la mejor alternativa es la más riesgosa e irracional: la crisis griega no tiene una solución ideal. Cualquier alternativa implica costos y pérdidas. La diatriba gira en torno a cómo se distribuyen estas pérdidas. La lógica tradicional indica que el que tiene menor poder, carga con una mayor proporción relativa del perjuicio. Pero, en un mundo caótico, pareciera que en la medida en que un actor esté dispuesto a arriesgarse más, a poner más de lo suyo en juego –a actuar de manera irracional-, más posibilidades tiene de “ganar” en el juego social. Evidentemente, esto estimula comportamientos de riesgo, como los que caracterizan a los militantes del Estado Islámico, los hackers de Wikileaks, los corredores de bolsa y agentes financieros, los “bachaqueros” venezolanos o los inmigrantes que llegan a las costas sureuropeas. Son ellos los que parecieran tener más claro de qué se trata el mundo caótico.

5 comentarios:

  1. Miguel Hernández9 de julio de 2015, 11:58

    Buena interpretación de la crisis griega, me parece correcto este análisis. El "contexto" del problema, cobra una importancia igual a la de su núcleo primero, tanto para los decisores y los estudiosos, como para la gente de a pie que tan sólo quiere que todo culmine sin que se vea afectada su realidad inmediata. En otra época el desencadenamiento de las consecuencias de una crisis económica hubiese ocupado un período considerable antes de alcanzar las fronteras. En esta época el impacto es inmediato.

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Efectivamente, es difícil saber hasta qué punto el problema es "el problema" y no su contexto, en el que se incluyen todas las implicaciones que se vinculan al problema, muchas veces en intrincadas asociaciones. Grecia pudo endeudarse hasta un nivel insostenible solo porque estaba respaldada por el resto de las economías de la zona euro. ¿No se supone que los mercados, racionales y autoregulados por naturaleza, impedirían que un agente económico actuara sistemáticamente de un modo irracional sin acarrear con las consecuencias? Las crisis que demuestran las fallas del mercado terminan, paradójicamente, cargándose a la cuenta de la política y saldándose con más mercado. La tensión entre mercado y democracia es una de esas implicaciones sistémicas sobre las cuales habría que poner más atención. ¿Qué piensas tú?

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  3. Dentro de la Unión Europea y luego de la unión monetaria, continuaron desniveles económicos pronunciados entre sus miembros que parece nunca preocuparon demasiado ni a las instituciones comunitarias encargadas de mantener los equilibrios, la llamada Troika, ni a los propios países de la periferia comunitaria, hasta que llegó la crisis: Los ingresos percapita de Grecia y Portugal, por ejemplo, son equivalentes al de Chile, y ésta es una pequeña economía, cargada sobre sus recursos naturales, que nunca se ha beneficiado de política comunitaria alguna. Por otra parte, hay decisiones sustantivas, políticas, de las cuales hay responsables concretos: la realización del referéndum griego lo decidió la coalición gobernante, cuando pudo ella decidir la salida de Grecia de la Eurozona, tomándole el pulso a la nación. Por supuesto que no conviene a Europa la salida de Grecia del Euro, porque generaría una profunda desconfianza que afectaría sobretodo a las economías más débiles, pudiendo extenderse por toda la Eurozona, pero tampoco conviene a Grecia, así que tiene que llegar a un acuerdo con Europa permaneciendo en la Eurozona, pese al resultado del referéndum. La realización de éste se revela ahora como un error, una mala decisión por incoherente, no achacable sin embargo, a la falta de experiencia de Alexis Tsipras.

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  4. El asunto radica justamente, Mario, en la responsabilidad por la persistencia de esas brechas de productividad entre las economías de la zona euro. ¿Culpa de las economías centrales? ¿de las economías periféricas? ¿o un error en la inclusión inicial de determinados países a la unión monetaria, el cual de cualquier modo no hubiese podido corregirse? Se supone que el valor de una moneda refleja la productividad y la solidez financiera de la economía que la emite. Al tener una moneda más fuerte de lo que su economía le permitía -una decisión política-, Grecia tenía desde el origen las condiciones para sumirse en desequilibrios. Llegados a la crisis, Alemania prefirió realizar los ajustes por la vía más dolorosa y ejemplarizante: en lugar de aceptar la inflación en las economías del centro, prefirió forzar la deflación en las economías periféricas. Esta es una decisión cuestionable, que parece guiada más por obtusas orientaciones ideológicas que por un verdadero espíritu comunitario.

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  5. Efectivamente la política restrictiva del BCE perjudicó enormemente a los países más débiles de la eurozona y sí, es una cuestión más ideológica que otra cosa, reflejo de la enorme influencia de Alemania en la toma de decisiones.

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